La sequedad es un efecto frecuente de estos tratamientos. El riesgo de no hidratar la piel adecuadamente es que aparezcan picores y enrojecimientos que generan incomodidad.
Si ya estás aplicando un bálsamo rico en principios activos, continúa con su aplicación diaria y frecuente porque, de esta manera, estarás reduciendo y compensando la sequedad del tratamiento con la nutrición que te aporta el bálsamo.
Si persiste la sequedad en la piel, recomendamos potenciar la hidratación del bálsamo añadiendo un aceite natural 100% como el aceite de pepita de uva o el aceite de manzanilla.